NINIS, una palabra que pronto tendrá que incluirse en el diccionario de la real academia. Pues su uso en varios países es vasto. Aunque su uso, por el contexto social en que ha surgido, le refiere una connotación diferente a como se ha dado en México.
En España por ejemplo, la palabra “NINI” se la auto-aplican con guasa los jóvenes que abandonaron sus estudios prematuramente, seducidos por el dinero fácil que les proporcionaba un boom económico, ávido de mano de obra poco cualificada. En Estados Unidos los son conocidos como NEET No employement, no education, no training, y refieren aun panorama social que dentro del American Dream of Life no logra cobijar a todos y deja en el olvido a los marginados.
Por su parte, en México se habla que éste es el purgatorio económico de los jóvenes que ni estudian, ni trabajan, son “NINIS”. Y se ha llegado hasta la polémica acerca de la cifra real de los jóvenes “NINIS” en nuestro país, donde el gobierno federal aseguraba que la población joven que no estudia ni cuenta con empleo era sólo de 285 mil e total, mientras por otra parte el actual rector de la UNAM José Narro ha señalado que la cifra real es de 7.5 millones de jóvenes, misma cifra que ha sido reconocida por el secretario de Salud, José Córdova y que el gobierno federal ya no refuto.
Ciertamente este “fenómeno” es u reflejo de nuestra sociedad. La PGR advierte del riesgo de que este sector joven esta expuesto a ser cooptado por la delincuencia organizada, el sector salud refiere a un abanico que van desde las adicciones hasta la depresión y el suicidio.
Mientras que unos de estos “NINIS” sobreviven en la marginación y la lucha diaria por salir adelante a como de lugar, otros la padecen en sintonía con las nuevas tecnologías que son tendencia de la actual era global. El término mismo no permite diferenciar entre los distintos sectores y la diversidad de grupos sociales que abraza presunta condición de ser “NINI”. Por ello recurrentemente se les califica erróneamente como vagos, drogadictos, delincuentes o buenos para nada. Pero en realidad pudiéramos decir que no se trata de una población que no quiera estudiar o trabajar, sino tal vez de personas con intereses culturales, educativos, económicos y sociales por completo distintos y con un panorama no sólo económico, sino, también social complejos o poco incluyentes.
Lo verdaderamente cierto es que no hay futuro para un país que no tiene casi nada que ofrecer una tercera parte de su población joven.
